AFORTUNADAMENTE POSEIDA POR LA POESÍA: “ENTRE CARTONES”, DE RAQUEL BULLÓN ACEBES, O CUANDO LA VISUALIDAD Y EL VERBO SE SIENTAN JUNTOS.
Por J. Seafree
La otra noche, el Café La Unión, de Madrid tuvo el honor de ser testigo de un exorcismo poético; las voces magnánimas del Teatro Real de la capital callaron todas, de repente, y los más bellos acordes de ópera caminaron apenas una calle, cual duendes, para entrar sin ser vistos en las salas del citado café. Ella, Raquel Bullón Acebes (residente en Madrid, 27 primaveras, POETA VISUAL) lo llama su cachorro: “Entre cartones” es una edición artesanal, trabajada con mimo y con pasión; un volumen de esos que a los poetas nos gusta guardar, tener entre nuestras manos, para adentrarnos con sorpresa, sonrisa y admiración entre sus páginas. Y detrás de ese montón de páginas hay un esfuerzo encomiable, hay también el entusiasmo de una mujer joven con gran capacidad creativa. Y en él, en el cachorro descubrimos la convivencia del mundo visual y de las
posibilidades de tantas palabras: la plasticidad del lenguaje, el poder persuasivo de la poesía y la conciliación de la imaginación, las emociones y los juegos y desafíos gráficos y fonéticos, quedan todos muy bien parados.
No es la primera vez que nos encontramos con propuestas visuales a partir de la escritura, con un microcosmos de significados de palabras o partes de ellas polisémicas. Tanto en la literatura, las artes plásticas, la propia poesía verbal, así como también en la poesía experimental, son varios los autores que investigan, plantean y comparten este ámbito plural y casi lúdico del léxico. Pero sí, posiblemente, se trata de la primera oportunidad de reconocer una ocurrente exaltación en los mensajes, en la presentación de la propia edición, en la singularidad del lugar escogido. Muchos grandes eventos artísticos y culturales a menudo presentan propuestas, obras y trabajos editados de menor interés poético que éste; y, sin embargo, por diversos motivos, reciben un mayor eco en los medios de comunicación, y, claro está, un mayor apoyo de determinadas instituciones, voces y grupos, en los que el arte está al servicio del dinero -y no al revés, como debiera ser.
Raquel Bullón Acebes parece tener unas cuantas cosas claras, al menos algunas que son importantes en cuanto a lo que quiere expresar, cómo lo desea llevar a cabo, y su actitud audaz y alegre al lado de la poesía. Porque no lo olvidemos, si la poesía visual la comparamos con una trayectoria académica, los primeros cursos, los conocimientos básicos, estarían centrados en el lenguaje, esto es, en la poesía. Y lo “visual” -adjetivo que acompaña al sustantivo “poesía”- llega después, cual refinamiento, como lenguaje experimentado. Y esta especie de premisa parece hallarse en calma en este pequeño mar interior, que como apuesto libro de poemas es
“Entre cartones”.
Ínfimas historias, versos desde el corazón acompañados o no por imágenes, sílabas de ida y vuelta, letras entre paréntesis, mayúsculas y minúsculas, tipografías heterogéneas, iconos diversos,… algún elemento objetual incluso: los signos y los recursos que la autora emplea son sencillos pero recurrentes. La naturalidad y la evidencia formales consiguen aquí multitud
de revelaciones; la apariencia extrovertida tanto de los códigos lingüísticos escogidos como de la exposición y recolección de los mensajes, no oculta sentimientos profundos, desvelos y ternuras, vivencias siempre. Lo visual y cierta virtud pedagógica y didáctica que brinda este lenguaje sin máscaras,
no pretenden encubrir una poesía directa, sino, más bien, que esas rencillas interiores resulten filtradas por el tiempo y con la bondadosa ironía de las que cada imagen y cada texto dan fe.
¿Por qué, además, es brillante “Entre cartones”? porque Raquel Bullón Acebes hace con sus ojos y ve con sus manos, es decir, moldea y acuña su escritura con amor. Y cuando esta es la semilla, el árbol o el cachorro crecen fuertes, felices, apasionados. Los grandes creadores de poesía saben que su quehacer es a la vez puente y orilla, medio y fin, porque como sucede también en cualquier otra disciplina artística, cuando la poesía y la vida se unden, ambas obtienen recíproco provecho. Y si la realidad nos demuestra que, en este caso, los ojos y las manos autoras son todavía jóvenes, el contenido de este volumen refleja reflexiones maduras en lo poético y en lo vital. Y cada palabra ayuda al lector y al observador a reconocer, superar y comprender capítulos inhóspitos del corazón, desmitificando la gravedad relativa de los pesares, y suspirando en versos con prudencia antes del asalto frenético de júbilos sin medida. Al final, como debe ser, las páginas, la poesía, se transforman en una fiesta para quien las comparte, independientemente de la perspectiva o latitud existencial de cada uno.
Sí, para quienes creamos y vivimos casi en permanente estado de alerta, las imágenes y los versos “…nos acechan a la / vuelta de cada esquina” y su receta y su recita es un saludable remedio curativo. Gracias Raquel.
J. Seafree (Madrid, diciembre 2010)
jogjsjcb@yahoo.es