El “Centro de Poesía Visual”, es un centro de documentación del experimentalismo poético contemporáneo, ubicado en la localidad de Peñarroya-Pueblonuevo desde octubre de 2005.

Es un Centro de carácter público, que depende de la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Peñarroya-Pueblonuevo, y que cuenta con la colaboración de la Diputación Provincial de Córdoba. Es centro referente de esta forma de arte contemporáneo y también una propuesta cultural dentro y fuera de España.

Como centro de documentación y estudio dispone de bibliografía especializada y documentos originales, así como una muestra amplia de revistas experimentales y revistas-objeto. Así mismo dispone de una sala de exposiciones con poemas visuales y poemas objetos internacionales. Como lugar de consulta dispone de un amplio archivo de autores y estilos.

Como centro de documentación vivo es productor de diferentes publicaciones que ven la luz diariamente en su “Revista electrónica de Poesía Visual” o trimestralmente con la revista “eiffel Terrible y cuatrimestralmente con la revista ensamblada “Grisú”, entre otras.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Acuse de recibo: Antonio Gómez, el tocador de pitos, en la Acequia.


Acuse de recibo: Antonio Gómez, El tocador de pitos.





Antonio Gómez es uno de los mejores representantes de la poesía experimental española de la segunda mitad del siglo XX. Desde la década de los setenta del pasado siglo, ha producido una obra rigurosa, coherente y de gran calado, en la que podemos hallar todas las variantes del poema nacidas tras la experimentación de la vanguardia de entreguerras, desarrolladas por los autores experimentales de los años cuarenta y cincuenta e impulsadas por la postmodernidad a partir de los sesenta: texto, poesía objetual, poesía visual, acciones poéticas, etc.



En su obra hay una profundidad y una coherencia reconocible. Por eso mismo, siempre ha estado presente en todas las antologías, encuentros y estudios dedicados a este tipo de poesía. Suele trabajar Antonio Gómez con la descontextualización y el juego a partir de elementos cotidianos que cobran nuevo significado en la creación poética, lo que produce un impacto en el receptor que le lleva a cuestionarse no sólo el formato de la poesía o de la materia de las cosas, que se cree inmutable o firmemente asentada como principio social. En efecto, en la poesía experimental de Antonio Gómez siempre hay una carga ideológica que cuestiona las cosas y provoca la reflexión a partir de la denuncia, la inversión y un humor serio, que es uno de los sellos de este poeta.



El libro que presento, El tocador de pitos (Badajoz, Diputación Provincial, 2008), parte de una acción creativa desarrollada durante los meses que van de mayo de 2006 a mayo de 2007. Durante ese periodo, Antonio Gómez realizó 26 pitadas, todas ellas documentadas gráficamente y certificadas. De hecho, el libro es eso: la publicación de las fotografías en las que se observa al poeta con el silbato en la boca en los espacios en los que llevó a cabo la pitada y los certificados de los organizadores o de los responsables de dichos espacios. Cuenta con un prólogo del poeta en el que aclara el punto de partida de las acciones. Desde 1987 hasta 2005, Antonio Gómez fue representante sindical y delegado de CC.OO. Durante ese tiempo, participó en huelgas, manifestaciones, encierros y protestas sindicales en las que el silbato -el más cotidiano y humilde, el de plástico que usan los niños en sus juegos- fue una herramienta de protesta. Según confiesa, guardó dichos silbatos en una caja. Una vez terminada su vida como delegado sindical, decide darles un nuevo uso en espacios públicos como "museos, galerías, institutos, programas de radio, de televisión, encuentros, congresos y charlas literarias". A partir, pues, de la descontextualización del objeto usado en manifestaciones sindicales provoca una nueva carga de sentido en las acciones, puesto que el objeto, inevitablemente, lleva en sí parte de su significado original. Todo sin perder su origen de juego infantil y enfrentado a la formalidad oficial de los espacios en los que se desarrolla la acción.



Hay en estas acciones un cruce de hilos que tejen una complicada red: de la infancia a la madurez, del juego al compromiso, de la protesta a la acción creativa, de la formalidad de los espacios -muchos de ellos cargados de literatura y academicismo- a su trasformación por un mero acto que a muchos parecerá carente de sentido o mera provocación, de la multiplicidad de análisis a la simplicidad de alguien que sólo un toca un pito durante unos segundos. El libro no es más que el testimonio de las acciones llevadas a cabo por Antonio Gómez (efímeras y sin afán de permanencia), pero, en sí mismo, es un juego irónico con el objeto libro, como esos certificados oficiales son una reescritura que dinamita la seriedad del certificado administrativo.



Quizá todo en nuestra existencia se pueda explicar por ese acto: un poeta que toca un pito.

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